O poeta turco Nazim Hikmet ten escrito fermosos poemas que constitúen un rotundo alegato contra a guerra e a violencia en xeral. Durante varios anos estivo no cárcere e debeu exiliarse por defender as súas ideas, polo que a súa poesía é un berro contra a intolerancia e a persecución política.
La niña muerta:
Soy yo quien golpea a tu puerta
A todas las puertas, a todas las puertas
Pero ustedes no pueden contemplarme
Es imposible ver a un niño muerto
Hace diez años largos
he muerto en Hiroshima
Pero sigo teniendo siete años
Los niños muertos dejan de crecer
Al principio se inflamaron mis cabellos
Mis manos y mis ojos ardieron después
Me convertí en un puñado de cenizas
Nada, nada les pido para mí
No podrían mimarme aunque quisieran
Una niña que ha ardido cual si fuera papel
no come caramelos
Yo golpeo y golpeo a cada puerta:
Dénme, dénme una firma
Para que los niños no sean asesinados
y coman caramelos.
Que las nubes no maten:
Las que nos hacen hombres son las madres
Como cálidas luces marchan ante nosotros
¿No es una madre, acaso, la que os trajo al mundo?
Apiadaos entonces, Señores, de las madres
Que las nubes no maten a los hombres
Un niño de seis años va corriendo feliz
Su cometa supera las copas de los árboles
¿Es que no habéis jugado como ese niño, acaso?
Apiadaos entonces, Señores, de los niños
Que las nubes no maten a los hombres
Ante el espejo peina la novia sus cabellos
y en el espejo busca una imagen querida
Sin duda alguna vez os buscó así una novia
Apiadaos entonces, Señores, de las novias
Que las nubes no maten a los hombres
Cuando el hombre se va volviendo viejo
sólo debe evocar recuerdos placenteros
¿Es que vosotros mismos no sois, acaso, viejos?
Apiadaos entonces, Señores, de los viejos
Que las nubes no maten a los hombres
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