Gustoume especialmente este post que lin en El voto con botas. Tráiovolo sen traducir:
Mientras se consuman las primeras medidas contra la lengua gallega, ahora ya en clara posición de inferioridad institucional, además de la propia inferioridad histórica propiciada desde fuera del país (son terribles los artículos de opinión y editoriales que se leen en Madrid sobre las lenguas periféricas, terribles y cínicos, hasta extremos indignantes), mientras se avanza, digo, en la línea de la definitiva liquidación lingüística, el conselleiro de educación viaja a su tierra para cerrar el curso y ser abucheado por los profesores. Si hubiera ido a cualquier otro sitio le hubiese ocurrido lo mismo. Una de las satisfacciones de mi reciente viaje a Galicia ha sido comprobar como la opinión general en el ámbito educativo está contra las actuaciones de la Xunta en la cuestión lingüística, intentando situar de nuevo al gallego en una clara posición de desigualdad. Decir que Feijóo ha metido la pata no es toda la verdad: Feijóo y su gente (PP) están haciendo lo que creen, y lo que creen responde a una mentalidad típica de pequeñoburgueses ascendentes a la busca de nuevos símbolos identitarios que los vistan de nuevos ricos políticos. No dan el perfil de burgueses sólidos con ideas sólidas e iniciativas sólidas, lo que es lo mismo que reconocer que aún no tenemos dirigentes a la altura de nuestras necesidades, al menos en el ámbito de las clases sociales que viven alrededor del capital, y disponen de él. Acabarán con el gallego o intentarán hacerlo, lo mismo que acabarán con nuestras costas, incluso en sus rincones más protegidos (Touriñán, un espacio a defender que puede ser ocupado por piscifactorías que tienen mil sitios más adecuados en la propia costa gallega: si el viejo Paz Andrade levantara la cabeza!). Bien, añado: o intentarán hacerlo. No es seguro que consigan consumar estas cosas. Nunca había visto antes tal energía resistente en Galicia, que parece despertar definitivamente de un mal sueño de siglos.
Mientras se consuman las primeras medidas contra la lengua gallega, ahora ya en clara posición de inferioridad institucional, además de la propia inferioridad histórica propiciada desde fuera del país (son terribles los artículos de opinión y editoriales que se leen en Madrid sobre las lenguas periféricas, terribles y cínicos, hasta extremos indignantes), mientras se avanza, digo, en la línea de la definitiva liquidación lingüística, el conselleiro de educación viaja a su tierra para cerrar el curso y ser abucheado por los profesores. Si hubiera ido a cualquier otro sitio le hubiese ocurrido lo mismo. Una de las satisfacciones de mi reciente viaje a Galicia ha sido comprobar como la opinión general en el ámbito educativo está contra las actuaciones de la Xunta en la cuestión lingüística, intentando situar de nuevo al gallego en una clara posición de desigualdad. Decir que Feijóo ha metido la pata no es toda la verdad: Feijóo y su gente (PP) están haciendo lo que creen, y lo que creen responde a una mentalidad típica de pequeñoburgueses ascendentes a la busca de nuevos símbolos identitarios que los vistan de nuevos ricos políticos. No dan el perfil de burgueses sólidos con ideas sólidas e iniciativas sólidas, lo que es lo mismo que reconocer que aún no tenemos dirigentes a la altura de nuestras necesidades, al menos en el ámbito de las clases sociales que viven alrededor del capital, y disponen de él. Acabarán con el gallego o intentarán hacerlo, lo mismo que acabarán con nuestras costas, incluso en sus rincones más protegidos (Touriñán, un espacio a defender que puede ser ocupado por piscifactorías que tienen mil sitios más adecuados en la propia costa gallega: si el viejo Paz Andrade levantara la cabeza!). Bien, añado: o intentarán hacerlo. No es seguro que consigan consumar estas cosas. Nunca había visto antes tal energía resistente en Galicia, que parece despertar definitivamente de un mal sueño de siglos.
1 comentario:
Teremos que resistir, que loitar, que chorar... o que faga falla. Pero non debemos darnos por vencidos
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