Publica Tusquets este fermoso álbum ilustrado cun título tan curto coma este: El ruido que hace alguien cuando no quiere hacer ruido, texto de John Irving e ilustracións de Tatjana Hauptmann. Un conto que o autor tira dunha das súas novelas, Una mujer difícil.
Un libro para falar do Medo, sexa cal sexa este, pero sobre todo se é un ruído nouturno. As ilustracións, que ás veces ocupan a dobre páxina, complementan o texto: a que se ten medo e como describilo.
Pero ¿cómo era exactamente el ruido que te ha despertado?, le preguntó su padre Era un ruido como si..., como si uno de los vestidos que tiene mamá en el armario estuviera vivo de repente y tratara de bajar del colgador, dijo Tom. Volvamos a tu habitación y escuchemos el ruido, dijo el padre de Tom Y allí estaba Tim, que seguía dormido y aún no había oído ningún ruido. Era un ruido como si alguien quitara los clavos de las tablas, en el suelo, debajo de la cama. Era un ruido como el de un perro que intentara abrir una puerta: tenía la boca húmeda, y por lo tanto no podía agarrar bien el pomo, pero no dejaba de intentarlo, y Tom pensó que al final el perro entraría. Era un ruido como el de un fantasma en el desván, que dejara caer al suelo los cacahuetes que había robado en la cocina.
Un libro para falar do Medo, sexa cal sexa este, pero sobre todo se é un ruído nouturno. As ilustracións, que ás veces ocupan a dobre páxina, complementan o texto: a que se ten medo e como describilo.
Pero ¿cómo era exactamente el ruido que te ha despertado?, le preguntó su padre Era un ruido como si..., como si uno de los vestidos que tiene mamá en el armario estuviera vivo de repente y tratara de bajar del colgador, dijo Tom. Volvamos a tu habitación y escuchemos el ruido, dijo el padre de Tom Y allí estaba Tim, que seguía dormido y aún no había oído ningún ruido. Era un ruido como si alguien quitara los clavos de las tablas, en el suelo, debajo de la cama. Era un ruido como el de un perro que intentara abrir una puerta: tenía la boca húmeda, y por lo tanto no podía agarrar bien el pomo, pero no dejaba de intentarlo, y Tom pensó que al final el perro entraría. Era un ruido como el de un fantasma en el desván, que dejara caer al suelo los cacahuetes que había robado en la cocina.
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