Gústame moito esta escritora, Joyce Carol Oates, e recoñezo que me sentín atraída por este libro publicado novamente por Alfaguara: Memorias de una viuda é un "magnífico exemplar de beleza na dor". Esta escritora é, segudno din, a mellor novelista do mundo. Non sei se esta afirmación é certa, o que si sei é que paga a pena lela.
O libro fala de pena. Tristura ante a morte dun ser querido. Desesperación. Idea de suicidio continua. E sobre todo, sinceridade. Cunha idea continua na cabeza: por que non morrín eu no seu lugar?
Con humor negro, acedo e lúcido, esta persoa que ás veces deixa de ser a escritora para ser tan só a viúva, a muller, conta as súas experiencias nos primeiros momentos de soidade e desesperación. O papeleo, a casa, as conferencias, as amizades... o día a día dunha soidade repentina e brutal que non deixa apenas nada á que aferrarse. E o peor: o insomnio. Ata que chega a etapa da superación. E a propia existencia, o único que temos realmente.
Resulta unha lectura fascinante, a dor ben descrita que conmove, regalada con informacións sobre escritores americanos actuais e sobre o traballo da escritura e da edición.
E ademais de espirse ela e os seus sentimentos, está a opinión do que debería facer: a súa propia. Pero ademais hai parágrafos en cursivas que nos afastan e nos achegan: palabras que xulgan e analizan.
"Como una persona desesperada en un velero, un pequeño velero que se debate en un mar embravecido, después de que el patrón haya muerto arrastrado por las olas, ahogado, y la acompañante que ha quedado atrás tiene que intentar evitar que se hunda el barco... Es ridículo pensar en completar el viaje cuando a lo máximo que se puede aspirar es a mantenerse a flote."
"El silencio eterno de estos espacios infinitos me atemoriza. Es horrible sentir que todo lo que poseemos se nos escapa. Entre nosotros y el cielo o el infierno sólo hay vida, que es la cosa más frágil del mundo. El último acto es trágico, por muy feliz que sea el resto de la obra, al final arrojan un poco de tierra sobre nuestras cabezas, y ese es el final definitivo.
Navegamos en una vasta esfera, siempre a la deriva y en la incertidumbre, empujados de un extremo a otro. Cuando pensamos en atarnos a cualquier punto, se tambalea y nos abandona; y si lo seguimos, se nos escapa de las manos, se escabulle y desaparece para siempre. Nada se queda a nuestro lado. Ésta es nuestra condición natural y, sin embargo, es completamente opuesta a nuestras inclinaciones; ardemos de deseos de encontrar un terreno firme y una base definitiva y segura sobre la que construir una torre que llegue hasta el Infinito. Pero nuestros fundamentos se agrietan, y la tierra se abre hacia el abismo."
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