Thomas Wolfe é o autor desta breve pero magnífica novela publicada por Periférica: El niño perdido fabula sobre a capacidade do ser humanso para esquecer e para recuparar o esquecido, pero tamén fala da morte, do misterio que significa perder un irmán de doce anos, da dor que isto produce e dos mecanismos de defensa que xeramos para aturar esta dor. Todo isto cargado de lirismo e emoción, de tenrura e de murmurios que podemos escoitar como un río que flúe paseniño, aló ao fondo.
Catro narradores para contar a breve vida dese neno que se perdeu para sempre, catro narradores incompletos como incompleta é a nosa memoria. Unha pequena xoia literaria elaborada a partir da ausencia e da lembranza, mestura de emocións contidas e de sensacións exactas posto que a descrición poética semella unha fotografía. Iso si, non procuredes unha gran novela, deixádevos seducir, simplemente, pola palabra.
Me detuve un instante, mirando hacia atrás, como si la calle fuera el Tiempo.
Tuvo que detenerse a mirar por un instante, no podía pasar de largo. Era como estar paseando por Arabia. Frente a la tienda se hallaba el carro del reparto, el viejo caballo gris, mustio, doblado sobre la inestable carga. De vez en cuando el viejo caballo levantaba una de sus escuálidas patas traseras y daba una fuerte coz contra el suelo. Grover conocía bien a aquel viejo caballo, siempre lo miraba con una dulce nostalgia. Le recordaba al verano y al aguacero repentino. Había pasado por la plaza en un día así. Hacía calor. Las nubes se habían acumulado de pronto. Realmente estaban preparando una amenaza sulfurosa y eléctrica. Y ahora todo el aire rumiaba la amenaza de la tormenta. La luz se puso violeta, la aglomeración de nubes llegó hasta el culmen del relámpago. Y entonces el rayo apareció, se desató la tormenta.
Catro narradores para contar a breve vida dese neno que se perdeu para sempre, catro narradores incompletos como incompleta é a nosa memoria. Unha pequena xoia literaria elaborada a partir da ausencia e da lembranza, mestura de emocións contidas e de sensacións exactas posto que a descrición poética semella unha fotografía. Iso si, non procuredes unha gran novela, deixádevos seducir, simplemente, pola palabra.
Me detuve un instante, mirando hacia atrás, como si la calle fuera el Tiempo.
Tuvo que detenerse a mirar por un instante, no podía pasar de largo. Era como estar paseando por Arabia. Frente a la tienda se hallaba el carro del reparto, el viejo caballo gris, mustio, doblado sobre la inestable carga. De vez en cuando el viejo caballo levantaba una de sus escuálidas patas traseras y daba una fuerte coz contra el suelo. Grover conocía bien a aquel viejo caballo, siempre lo miraba con una dulce nostalgia. Le recordaba al verano y al aguacero repentino. Había pasado por la plaza en un día así. Hacía calor. Las nubes se habían acumulado de pronto. Realmente estaban preparando una amenaza sulfurosa y eléctrica. Y ahora todo el aire rumiaba la amenaza de la tormenta. La luz se puso violeta, la aglomeración de nubes llegó hasta el culmen del relámpago. Y entonces el rayo apareció, se desató la tormenta.
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