Publicada por Periférica, La librería encantada de Chistopher Morley vén sendo unha segunda parte de La librería ambulante. De lectura tranquila e relaxada, que introuduce unha trama de atentados na segunda parte do libro para facela máis atraente, é unha novela cargada de referencias bibliográficas a obras daquela época, transcorrendo a maior parte da trama na propia libraría. Unha historia sinxela de anécdotas sobre os libros que calquera amante das librarías debería ler. A protagonista do libro anterior queda relegado a un segundo plano, pero segue a ser unha novela absolutamente deliciosa e entrañable... aínda que eu, particularmente, quedo coa primeira.
"Esta librería está encantada por los espectros de tanta gran literatura como hay en cada metro de estantería.
...Tenemos eso que usted busca, aunque usted no sepa aún cúanto lo necesita.
La malnutrición del órgano lector es una enfermedad seria. Permítanos prescribirle un remedio"
"Un libro te sigue y te sigue hasta que te arrincona y te obliga a leerlo.
...
Justo cuando uno cree haberse librado, aparece, cualquier día, un
cliente que empieza a hablar ingenuamente del libro y entonces uno sabe
que se trata de un agente involuntario del destino"
…y déjeme decirle que el negocio de los libros es muy distinto a
otros. La gente no sabe que quiere los libros. Usted, por ejemplo. Basta
con mirarlo un instante para darse cuenta de que su mente padece una
tremenda carencia de libros y, sin embargo, ahí sigue, dichosamente
ignorante. La gente no va a ver a un librero hasta que un serio
accidente mental o una enfermedad los hace tomar conciencia del peligro.
Entonces vienen aquí. (p. 17)
Agradezco humilde y sinceramente la devolución de este libro que,
tras sobrevivir a los peligros de la biblioteca de mi amigo, regresa
ahora a mí, sano y salvo, en condiciones razonablemente aceptables.
Agradezco humilde y sinceramente que mi amigo no le diera este libro a su hijo como si fuera un juguete ni lo usara como cenicero para sus puros, ni para afilar los dientes de su mastín.
Cuando presté este libro lo di por perdido: me resigné a la amargura de verlo partir para siempre; nunca pensé que volvería a ver sus páginas.
¡Pero ahora que mi libro me ha sido devuelto, me siento pletórico de regocijo y gratitud! Traedme aquí al gordo marroquinero para reencuadernar el volumen y ponerlo en su lugar de honor en mis estanterías: pues mi libro prestado me ha sido devuelto.
Ahora, por lo tanto, tendré que devolver algunos de los libros que yo mismo he tomado prestados. (p. 69-70)
Agradezco humilde y sinceramente que mi amigo no le diera este libro a su hijo como si fuera un juguete ni lo usara como cenicero para sus puros, ni para afilar los dientes de su mastín.
Cuando presté este libro lo di por perdido: me resigné a la amargura de verlo partir para siempre; nunca pensé que volvería a ver sus páginas.
¡Pero ahora que mi libro me ha sido devuelto, me siento pletórico de regocijo y gratitud! Traedme aquí al gordo marroquinero para reencuadernar el volumen y ponerlo en su lugar de honor en mis estanterías: pues mi libro prestado me ha sido devuelto.
Ahora, por lo tanto, tendré que devolver algunos de los libros que yo mismo he tomado prestados. (p. 69-70)
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