A nosa colaboradora Carme tráenos neste comezo de curso un fermoso libro de poemas que todo o mundo debería ler. Eu fíxenlle caso!
O orgullo de ser muller, a celebración da
feminidade e da sexualidade, a madurez asumida con plenitude, humor e dozura (“
A mis sesenta años/soy una mujer en
avanzado estado de juventud”), o gozo e as dúbidas que xorden na crianza
dos fillos e fillas, xunto co poder da palabra poética (“ Invento el amor porque soy poeta/ y las palabras son el palacio del humo/en
el que vivo/con el que hago y deshago la realidad”) son algunhas das claves
do último poemario de Gioconda Belli, En la
avanzada juventud (Visor, 2013).
A
orixe desta obra, en palabras da autora, foi unha “especie de catarse fronte a unha forte depresión sufrida pola situación
política do país, Nicaragua”, do cal
di que “ lle doe en todo o corpo”
e esa esperanza no futuro e a mágoa polo presente da patria está en moitos dos
versos que lemos.
Son
varios os textos que se poderían
escoller como definitorios do carácter do libro, pero, entre os nosos
preferidos, convén destacar un poema que podería converterse nun himno, non só
para o oito de marzo, senón para calquera dos trescentos sesenta e cinco días
do ano.
Aí vai!
OITO DE MARZO
Amanece con día largo el día curvo
de las mujeres.
¡Qué poco es un solo día, hermanas,
qué poco, para que el mundo acumule
flores frente a
nuestras
casas!
Desde la cuna donde nacimos hasta la
tumba donde
dormiremos
-toda la atropellada ruta de nuestras
vidas-
deberían pavimentar de flores para
celebrarnos
(que no nos hagan como a la Princesa
Diana que no vió, ni oyó
las floridas avenidas prostradas de
pena de Londres)
nosotras queremos ver y oler las
flores.
Queremos flores de los que no se
alegraron cuando
nacimos
hembras
en vez de machos,
Queremos flores de los que nos
cortaron el clítoris
y de los que nos vendaron los pies.
Queremos flores de quienes no nos mandaron
al colegio
para
que cuidáramos a los
hermanos y ayúdaramos en la cocina.
Flores del que se metió en la cama
de noche y nos tapó la
boca
para violarnos mientras
nuestra madre dormía.
Queremos flores del que nos pagó
menos por el trabajo
más
pesado
y del que nos despidió cuando
estábamos embarazadas.
Queremos flores del que nos condenó
a muerte
forzándonos a parir
a riesgo de nuestras vidas.
Queremos flores del que se protege del mal pensamiento
obligándonos al velo y a cubrirnos el cuerpo
del que nos prohíbe salir a la calle sin un hombre que nos
escolte.
Queremos flores de los que nos quemaron por brujas
y nos encerraron por locas
flores del que nos pega, del que se emborracha
del que se bebe irredento el pago de la comida del mes.
Queremos flores de las que intrigan y levantan falsos
flores de las que se ensañan contra sus hijas, sus madres y
sus nueras
y albergan ponzoña en su corazón para los de su mismo
género.
Tantas flores serían necesarias para secar los húmedos
pantanos
donde el agua de nuestros ojos se hace lodo;
arenas movedizas tragándonos y escupiéndonos,
de las que tenaces, una a una,
resurgiremos.
Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres.
Queremos flores hoy. Cuánto nos corresponde.
El jardín del que nos expulsaron.
1 comentario:
Un poema extraordinario!!!
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