A miña paixón particular polo mundo ilustrado de Noemí Villamuza fai que procure os seus libros. E que sorte! Porque arestora cheguei a esta pequena marabilla de Daniel Nesquens que publica Anaya: Abececuentos. Un libro delicioso que me pode resultar moi práctico.
A simple vista, o libro semella que só sirva para ensinar o abecedario castelán. Pero coido que chega moito máis alá. Porque o primeiro que consegue é que namoremos e que nos demoremos no noso propio maxín. Son coñecidos personaxes da Literatua infantil quen nos ensina o abecedario, en cada dobre cara, dun xeito sinxelo: o nome do personaxe comeza pola letra que corresponda e este está ou ben facendo algo ou ben representado algo que tamén comeza pola mesma letra. Esta dobre páxina é, de verdade, unha auténtica gozada combinada coas miñas ilustracións preferidas: diversión e colorido campean polo libro adiante.
Ao final, unha páxina despregabre que culmina a miña insaciabre paixón polos libros ilustrados.
Así pois, este pequeno álbum pasa a ser un dos meus favoritos!
A simple vista, o libro semella que só sirva para ensinar o abecedario castelán. Pero coido que chega moito máis alá. Porque o primeiro que consegue é que namoremos e que nos demoremos no noso propio maxín. Son coñecidos personaxes da Literatua infantil quen nos ensina o abecedario, en cada dobre cara, dun xeito sinxelo: o nome do personaxe comeza pola letra que corresponda e este está ou ben facendo algo ou ben representado algo que tamén comeza pola mesma letra. Esta dobre páxina é, de verdade, unha auténtica gozada combinada coas miñas ilustracións preferidas: diversión e colorido campean polo libro adiante.
Ao final, unha páxina despregabre que culmina a miña insaciabre paixón polos libros ilustrados.
Así pois, este pequeno álbum pasa a ser un dos meus favoritos!
esafío a cualquier adulto que lea Abececuentos a que lo encuentre cualquier cosa que no sea una pocholada.
Es lo que es. Y una pocholada práctica e inteligente, además.
Inteligente para los niños y para los adultos, se entiende. Y que un
libro sea tan sencillo -se trata de enseñar el abecedario- y tan pocholo
y bien hecho es algo sumamente elogioso, pues indica que sus autores se
toman su trabajo pedagógico y lúdico muy en serio. No en vano ser
escritor y dibujante de libros infantiles es una de las formas más
difíciles de ser escritor y dibujante de libros en general; yo, al
menos, siempre lo he pensado.
Abececuentos viene respaldado por el sello de la editorial Anaya,
que siempre ha cuidado mucho a su público infantil y juvenil y es, por
tanto, garantía de calidad. Y calidad a raudales es lo que nos espera en
este volumen. Si el lector lo abre, es muy probable que se enamore de
él y sienta la acuciante necesidad de cumplir el objetivo que se
persigue: compartirlo con un niño.
El enamoramiento comienza desde que se
coge en las manos; un librito delgado, de suave tacto y un precioso
dibujo de portada que ya resume lo que nos vamos a encontrar, nada menos
que a conocidísimos personajes de la literatura infantil enseñándonos
el abecedario.
Cada doble cara está dedicada a una
letra del alfabeto. La fórmula es muy sencilla: el nombre del personaje o
personajes en cuestión comienza por la letra de que se trata, y dicho
personaje o personajes están protagonizando una acción o representando
una cualidad que también comienza por la misma letra. Fácil, ¿no? Los
personajes son -no todos- fácilmente imaginables: ¿qué famosa princesa
será la protagonista de la letra B, por ejemplo? Pero las
acciones o cualidades elegidas no son precisamente las palabras más
comunes ni más elementales; olvídense del “C de casa” o “Q de queso”,
por ejemplo. La elección es siempre muy acertada, ya que no se cae ni en
lo trillado ni en lo rebuscado. Y puesto que los niños suelen ser tan
extremadamente permeables a todo lo nuevo, ¿por qué no aprovechar esa
actitud y, sobre todo, esa aptitud para enriquecer su vocabulario y
enseñarles palabras que no figuran entre las primeras que se suelen
aprender?
El guión de Daniel Nesquens casa perfectamente con las ilustraciones de Noemí Villamuza
-y viceversa- y cada doble página es un disfrute para la vista, con
dibujos divertidos y llenos de color y alegría. Y aún hay más: el dibujo
no sólo representa la frase de dos palabras con la inicial en cuestión,
sino que guarda sorpresas en forma de personajes y objetos relacionados
con la misma letra. Para gozo y regocijo de niños y mayores, hay en
este libro sorprendentes cameos de… pero vamos a dejarlo en este punto y
letra, para no estropear nada.
Abececuentos es, pues,
una elección óptima si se busca un libro para ayudar a primeros lectores
a aprender las letras del abecedario, y un juego delicioso para los
acompañantes adultos de esos primeros lectores.
(También sirve como juego mnemotécnico. O
intenten ustedes no tratar de recordar qué personaje cuyo nombre
empieza por la letra tal estaba haciendo qué cosa que empieza por la
misma letra… ¡Es un no parar!).
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