Moitas horas no autobús, na excursión a París, dan para falar do divino e do humano e de moito máis. Un alumno preguntábame que é a emoción. Outra que como saber cando estás namorada. Difíciles respostas cando hai que describir sentimentos. Cando non topas a poesía exacta que llelo describa. As palabras soltas non chegan.
O xoves compartín comida con Gonzalo Moure. Na conversa, falou do poeta Raúl Vacas e do seu taller literario. E leunos algúns poemas del. Tamén o fixo despois na reunión co club de lectura. Pero alí na mesa, mentres pechaba os ollos e oía a súa cálida e harmoniosa voz, sentín que non estivese o meu alumno para comprender que é a emoción. Sentir a poesía. Sacar as tripas ao sol.
Tráiovos entón un poema deste autor que me queda pendente na miña biblioteca persoal. Ogallá tivese a voz gravada de Gonzalo e o poema que me leu, pero cando menos disfrutade da lectura deste.
BORRACHOS, GO HOME
Sólo nos queda recoger los abrigos y los cadáveres tristes
y salir de puntillas a la noche.
Después recordaremos nuestros ojos y la electricidad
y tus mejillas tiernas y el ruido de los vasos.
Y porque tú no te vayas me beberé la luna
en dos segundos,
pasearé a tu lado sin hablarte,
rebañaré los bordes de tus labios
y escarbaremos el mar y nuestra ropa.
Sólo nos queda en esta noche una canción de cuna
un calendario roto, una mentira más y veinte duros
para arreglar el mundo antes del lunes.
Sólo nos queda tu tabaco de pipa y un papel,
y un poema en barbecho,
y una guerra en Kosovo,
y una deuda en tu cama,
y una bomba en el pecho,
y una sed repetida
y un sueño sin hinchar.
Pero nada me importa si me quedo contigo,
mirándote nublado,
recorriéndote loco y dactilar,
arrimado a tu blusa y a tus pendientes azules
y a tu vida,
llenándome de ti, llorándote, aprendiéndote,
mojándote,
mientras miramos
el cielo sin brillantina alguna,
mientras contamos balcones
y cigüeñas dormidas
y pistachos.
Sólo nos queda una pared sin estrenar
y una pregunta
y una ambulancia negra por las calles
y una lata de alubias,
y el zumo de naranja de las sirenas.
Pero nada me importa, como antes,
si te llamo despacio, sin sufijos,
si te aprieto la angustia
con el dedo meñique
y te borro los labios con mis besos oscuros.
Y así, después de apalabrar los bares
y caminar torcidos
te llevaré a buscar en la basura,
te llevaré a soñar en los cajeros
y a gritar en las plazas sin farolas
hasta que llueva a plazos.
Sólo nos queda en esta noche un charco sin abrir
y tu portal sin ascensor y sin bombillas
y tus pecas impares
y la guerra de Kosovo
y una deuda en tu cama
y una bomba en el pecho
y una buena disculpa
cuando llegue a mi casa
y te sueñe descalzo.
Pero nada me importa si me dices tu nombre,
si me enseñas tus uñas,
si te quitas la falda,
si te quedas conmigo.
Publicado en Proceso de amor
O xoves compartín comida con Gonzalo Moure. Na conversa, falou do poeta Raúl Vacas e do seu taller literario. E leunos algúns poemas del. Tamén o fixo despois na reunión co club de lectura. Pero alí na mesa, mentres pechaba os ollos e oía a súa cálida e harmoniosa voz, sentín que non estivese o meu alumno para comprender que é a emoción. Sentir a poesía. Sacar as tripas ao sol.
Tráiovos entón un poema deste autor que me queda pendente na miña biblioteca persoal. Ogallá tivese a voz gravada de Gonzalo e o poema que me leu, pero cando menos disfrutade da lectura deste.
BORRACHOS, GO HOME
Era de noche y me encontré al poeta. Estaba tiritando
de inédito.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA: El ladrón de atardeceres.
de inédito.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA: El ladrón de atardeceres.
Sólo nos queda recoger los abrigos y los cadáveres tristes
y salir de puntillas a la noche.
Después recordaremos nuestros ojos y la electricidad
y tus mejillas tiernas y el ruido de los vasos.
Y porque tú no te vayas me beberé la luna
en dos segundos,
pasearé a tu lado sin hablarte,
rebañaré los bordes de tus labios
y escarbaremos el mar y nuestra ropa.
Sólo nos queda en esta noche una canción de cuna
un calendario roto, una mentira más y veinte duros
para arreglar el mundo antes del lunes.
Sólo nos queda tu tabaco de pipa y un papel,
y un poema en barbecho,
y una guerra en Kosovo,
y una deuda en tu cama,
y una bomba en el pecho,
y una sed repetida
y un sueño sin hinchar.
Pero nada me importa si me quedo contigo,
mirándote nublado,
recorriéndote loco y dactilar,
arrimado a tu blusa y a tus pendientes azules
y a tu vida,
llenándome de ti, llorándote, aprendiéndote,
mojándote,
mientras miramos
el cielo sin brillantina alguna,
mientras contamos balcones
y cigüeñas dormidas
y pistachos.
Sólo nos queda una pared sin estrenar
y una pregunta
y una ambulancia negra por las calles
y una lata de alubias,
y el zumo de naranja de las sirenas.
Pero nada me importa, como antes,
si te llamo despacio, sin sufijos,
si te aprieto la angustia
con el dedo meñique
y te borro los labios con mis besos oscuros.
Y así, después de apalabrar los bares
y caminar torcidos
te llevaré a buscar en la basura,
te llevaré a soñar en los cajeros
y a gritar en las plazas sin farolas
hasta que llueva a plazos.
Sólo nos queda en esta noche un charco sin abrir
y tu portal sin ascensor y sin bombillas
y tus pecas impares
y la guerra de Kosovo
y una deuda en tu cama
y una bomba en el pecho
y una buena disculpa
cuando llegue a mi casa
y te sueñe descalzo.
Pero nada me importa si me dices tu nombre,
si me enseñas tus uñas,
si te quitas la falda,
si te quedas conmigo.
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