Encantoume este poemario de Eduardo García, La vida nueva, Premio da Crítica deste ano, de quen nunca antes lera nada. Un libro que en palabras do autor é un "canto á vida, un canto ao desexo, que xera utopía e reivindica a capacidade do ser humanos para construírse o seu propio mundo". Unha poesía cercana, que me ía gustando máis a medida que avanzaba na súa lectura.
Son moitos os poemas que escollín cando os lía. Déixovos un par deles, coa esperanza de que poidades agasallarvos á lectura do libro enteiro.
AUSENCIA
La ausencia de un amigo es una sombra
que se queda a vivir en la mirada,
una mancha en el aire que oscurece
a su paso las cosas, un hueco de ascensor
al que asomarse siempre con cuidado.
Si un buen día el amigo nos visita
a su paso la fruta gana brillo,
rebosan los manteles, va ahuyentando
con su sola presencia el simulacro
y a la fuga las sombras se desvanece el hueco
y nos sentimos llenos de nosotros.
Al marcharse el amigo
nos confía tan sólo la tarea
de atender en su ausencia a aquella sombra,
el hueco de ascensor que se abre paso:
nos asomamos al vacío,
lo alimentamos con palabras.
Sólo una cosa es cierta. Nadie puede
enseñarle a un amigo el hueco que nos deja,
comprobar junto a él cuántos minutos,
qué eternidad sin pausa necesita
para alcanzar el fondo una palabra.
LA CARCOMA
Se ha instalado en mi vida la carcoma.
Se encuentra, entre mis cosas, en su casa.
Se ha quedado a vivir con su carcasa
de flores disecadas y un aroma
a cuerpo extraviado, sin persona,
a espíritu sin piel. Es una masa
turbulenta de herrumbre y asco y grasa
manchándome los pasos. Cuando asoma
siento un vértigo hostil en los zapatos.
Ondeando crespones por banderas,
avanzando en la sombra, mata a ratos
mis ganas de vivir por las aceras.
Ha venido por fin, no acepta tratos.
Quiere mi corazón en su salmuera.
Son moitos os poemas que escollín cando os lía. Déixovos un par deles, coa esperanza de que poidades agasallarvos á lectura do libro enteiro.
AUSENCIA
La ausencia de un amigo es una sombra
que se queda a vivir en la mirada,
una mancha en el aire que oscurece
a su paso las cosas, un hueco de ascensor
al que asomarse siempre con cuidado.
Si un buen día el amigo nos visita
a su paso la fruta gana brillo,
rebosan los manteles, va ahuyentando
con su sola presencia el simulacro
y a la fuga las sombras se desvanece el hueco
y nos sentimos llenos de nosotros.
Al marcharse el amigo
nos confía tan sólo la tarea
de atender en su ausencia a aquella sombra,
el hueco de ascensor que se abre paso:
nos asomamos al vacío,
lo alimentamos con palabras.
Sólo una cosa es cierta. Nadie puede
enseñarle a un amigo el hueco que nos deja,
comprobar junto a él cuántos minutos,
qué eternidad sin pausa necesita
para alcanzar el fondo una palabra.
LA CARCOMA
Se ha instalado en mi vida la carcoma.
Se encuentra, entre mis cosas, en su casa.
Se ha quedado a vivir con su carcasa
de flores disecadas y un aroma
a cuerpo extraviado, sin persona,
a espíritu sin piel. Es una masa
turbulenta de herrumbre y asco y grasa
manchándome los pasos. Cuando asoma
siento un vértigo hostil en los zapatos.
Ondeando crespones por banderas,
avanzando en la sombra, mata a ratos
mis ganas de vivir por las aceras.
Ha venido por fin, no acepta tratos.
Quiere mi corazón en su salmuera.
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