O último libro de Guillermo Carnero -un agasallo dun amigo- leva por título Cuatro noches romanas e está dividido en catro partes. Pero todas elas teñen como denominador común un diálogo entre dous personaxes: un home de certa idade e unha muller -a morte?- que se citan durante catro noites na cidade de Roma. Creo que para dar renda solta á dor e á desesperanza; nos versos hai, sobre todo, soidade, desamparo, sufrimento, recordos que aínda fan doer. De todos os xeitos, é un poemario difícil, que precisa de todo o noso sentimento pero tamén da nosa razón para comprender aquilo que nos quere transmitir.
-Concédeme ese don de intensidad.
-Yo nada puedo concederte; puedo
apagar tus sentidos y el reproche
de su renuncia, pero nada tengo
y nada puedo dar.
-Y la hermosura
y las promesas de serenidad
son tu segunda máscara, artera y engañosa.
-Hace dos noches me pediste lluvia
en la que se borraran tus recuerdos.
Puedo ofrecerte el don de la aridez:
lluvia de arena, insensibilidad.
-He intentado lograrla muchas veces
y siempre me ha burlado sin mostrarse,
cubriendo mi camino
de señales airosas de las gracias del mundo.
-Porque lo hiciste solo y sin ayuda.
Te traeré un espejo donde hallarás señales
cuya sentencia, que yo te mostraré,
no podrás recusar. Allí verás tu rostro
usado y malherido, extraño en el concierto
de las gracias del mundo.
Y si no te ofendiera
en su degradación, evocaría
el fantasma de quién y cuándo fuiste.
-Te he pedido que arrastres mis recuerdos,
no que turbes sus aguas más profundas
como si fueras ángel de salud.
-Lo soy, ya que te enseño
a emplear tu memoria en favor de tu olvido,
y como un ángel de salud te envuelvo
en bendición de insensibilidad.
-Concédeme ese don de intensidad.
-Yo nada puedo concederte; puedo
apagar tus sentidos y el reproche
de su renuncia, pero nada tengo
y nada puedo dar.
-Y la hermosura
y las promesas de serenidad
son tu segunda máscara, artera y engañosa.
-Hace dos noches me pediste lluvia
en la que se borraran tus recuerdos.
Puedo ofrecerte el don de la aridez:
lluvia de arena, insensibilidad.
-He intentado lograrla muchas veces
y siempre me ha burlado sin mostrarse,
cubriendo mi camino
de señales airosas de las gracias del mundo.
-Porque lo hiciste solo y sin ayuda.
Te traeré un espejo donde hallarás señales
cuya sentencia, que yo te mostraré,
no podrás recusar. Allí verás tu rostro
usado y malherido, extraño en el concierto
de las gracias del mundo.
Y si no te ofendiera
en su degradación, evocaría
el fantasma de quién y cuándo fuiste.
-Te he pedido que arrastres mis recuerdos,
no que turbes sus aguas más profundas
como si fueras ángel de salud.
-Lo soy, ya que te enseño
a emplear tu memoria en favor de tu olvido,
y como un ángel de salud te envuelvo
en bendición de insensibilidad.
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