Hoxe recollemos de aquí:
Cuerpo de mujer y trabajo: la violencia de género en el ambiente laboral
JENNIFER COOPER. La
violencia de género en el ámbito laboral, se manifiesta en varias
formas incluyendo el hostigamiento y abuso sexual y la negación de los
derechos laborales vinculados a la salud reproductiva. Es reproducida
por las prácticas, el clima y el imaginario de las organizaciones
Con el paso de los años, el hostigamiento y acoso sexual han dejado de ser asuntos personales, ignorados y silenciados, para convertirse en un tema sobre el cual se debe hablar públicamente para evidenciar que son problemas de violencia y de género. Las
instituciones -empresas, sindicatos, administración pública, escuelas,
universidades- al investigar y aceptar la existencia del hostigamiento
sexual, en sus múltiples dimensiones, dejan de ser cómplices de su
reproducción.
En
la literatura especializada se distinguen dos tipos de hostigamiento:
aquel relacionado con el ambiente laboral: insultos, chistes, burlas,
rumores acerca de la vida sexual de una persona -también conocido como
hostigamiento a terceros-, lo que deriva en un clima adverso de trabajo,
y el hostigamiento quid pro quo “premio-castigo”, que consiste
en solicitar favores sexuales a cambio de beneficios, ascensos, aumentos
al salario, contratos permanentes, entre otros. Este último se produce
generalmente cuando existen relaciones jerárquicas; por ejemplo, entre
un jefe o director y una trabajadora, o un profesor y una alumna. El
abuso sexual (obligación por la fuerza física o amenazas a realizar
algún acto sexual o a tener relaciones sexuales) es un acto
cualitativamente diferente y como tal es tipificado por el código penal
en México; no es hostigamiento sexual en términos legales. No obstante,
se debe incluir en cualquier diagnóstico institucional sobre la
incidencia de hostigamiento sexual porque sí ocurre en los lugares de
trabajo. Una definición en términos sucintos es: hostigamiento sexual es
cualquier insinuación sexual, no solicitada ni deseada.
Hostigamiento sexual y la segregación ocupacional
Se
ha señalado que la identidad genérica de las personas que trabajan está
íntimamente vinculada con el tipo de trabajo que realizan. Se pueden
correr “riesgos psíquicos” cuando se incursiona en espacios laborales
que no se consideran tradicionales del propio sexo: el temor de los
hombres a feminizarse si realizan el trabajo de una mujer, y viceversa.
Dado
que cada año más mujeres están ingresando a trabajos no tradicionales
de su sexo, se puede esperar un aumento de la incidencia del
hostigamiento sexual. En el campo de los oficios, la policía y la
industria automotriz, por ejemplo, muchos de los empleos están asociados
con la imagen del macho “rudo”. Ver mujeres haciendo el mismo trabajo
parece amenazar la imagen que los hombres tienen de su masculinidad.
Algunos trabajadores varones responden con burlas, sugerencias obscenas y
hostigamiento sexual. Es el precio que las mujeres tienen que pagar por
ser intrusas en el mundo de los hombres. Por ser mujeres, deben pasar
dos pruebas: demostrar que son capaces de hacer el trabajo y también
demostrar ser “uno de los muchachos”.
El
temor al hostigamiento sexual es una causa de la persistencia de la
segregación ocupacional. La concentración de mujeres u hombres en
ciertos puestos refleja, asimismo, la existencia de barreras de entrada a
esas ocupaciones; éstas van: de la falta de información sobre las
opciones de empleo, al rechazo abierto y al hostigamiento cuando una
mujer o un hombre intentan entrar a una ocupación no tradicional de su
sexo. Aquellas mujeres que
rompen las barreras para desempeñar tareas no tradicionales para su sexo
se enfrentan, en el mejor de los casos, con una actitud ambigua de
parte de sus compañeros. A menudo, sufren un sabotaje sutil en los
procesos de adiestramiento y capacitación informal. Los hombres, en
general, son muy reacios a reconocer la utilización de tales tácticas
para regular y segmentar el mercado de trabajo y, a veces, ni siquiera
son conscientes de su comportamiento discriminador. El temor a la
hostilidad y al hostigamiento sexual es, en sí mismo, una fuerza de
disuasión para las trabajadoras que consideran la posibilidad de entrar a
puestos masculinos. Este último fenómeno es una poderosa razón para la
persistencia de la segregación ocupacional.
Violación de los derechos laborales
La
violación de los derechos laborales también es otra expresión la
violencia laboral, tanto para hombres como para mujeres, pero lo que más
frecuentemente se ejerce contra las mujeres se relaciona con el
ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos. Los ejemplos más
comunes son: solicitarle el certificado de no gravidez para acceder o
permanecer en el trabajo, exigir la firma anticipada de renuncia en caso
de embarazo, control riguroso de su fertilidad (uso de anticonceptivos o
métodos definitivos) para permanecer en el empleo, posibilidad de no
ser reinstalada en el mismo puesto después de una licencia por embarazo o
lactancia materna, afectación en estímulos económicos por haber
presentado una licencia médica relacionada con los cuidados de un hijo
enfermo.
La
violencia de género en el ámbito laboral, manifestada en cualquiera sus
expresiones, es reproducida por las prácticas, el clima y el imaginario
de las organizaciones. Constituye un elemento tóxico que se tiene que
erradicar, prevenir y sancionar para que las mujeres tengan la
oportunidad de desarrollarse plenamente y dejen de ser tratadas como
intrusas en el mundo de trabajo.
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